LOS PÁJAROS

Comodidad. Siempre hubiera querido que los pájaros vinieran a mi ventana. Para ello había que tentarlos con algo de comida: unas sencillas migas de pan o mejor un preparado de sebo animal mezclado con pequeñas semillas y suspendido en alto dentro de una redecilla. Pero nunca me lo propuse seriamente. Así pues los pájaros, mejor, algún pájaro visita mi ventana de cuando en cuando solo, en misión exploratoria a título personal o quizá enviado por un colectivo de más alto rango. Hasta el presente, el informe del pájaro explorador habrá sido: «aquí nada compañeros, no merece la pena acudir a esta ventana…». Pero voy a dar una alegría primero al pájaro explorador y después a los miembros de su colectivo. En breve me comprometo a revertir esta situación: atenderé a poner comida en la ventana y no unas simples migas de pan sino migas de auténtica torta de anís o de bizcocho ópera mojado en licor; una suave música celestial estimulará que trinen contentos y hasta voy a colocar una casita de madera con unas macetitas para favorecer que aniden dignamente y no se vean obligados a estar hora aquí ahora allá por la comida. Comodidad ante todo.