LA ESCUELA

Don Cristóbal fue mi primer maestro. Él me enseñó a leer, a escribir y a resolver las primeras cuentas. Y cuando comenzaba a dominar la división, don Cristóbal cayó enfermo y poco después murió. Juan Ignacio, su segundo o tercer hijo, ese que (no sé si tendría título de maestro) algunas veces lo sustituía en clase, ligó con la chica más guapa de la calle Monterregado y por extensión, tal vez exagerada, la más guapa del barrio. Yo era muy pequeño, pero supuse esa relación porque alguna vez los vi juntos en plan novios y hacían buena pareja. No sé si se casarían. Para los críos que íbamos al colegio, todo se desmoronó con el desliz del hijo mayor del maestro (se habló de un desfalco) y su posterior encarcelamiento, lo que al parecer fue un golpe moral que quebró definitivamente la precaria salud de don Cristóbal. Después de esa desgracia tuvimos la escuela cerrada, a la espera de un nuevo maestro. No recuerdo qué época del año sería, ni cuánto tiempo estuvimos sin escuela; en mi recuerdo fue mucho tiempo. Poco o mucho, de cualquier modo fue el suficiente para que a mí se me olvidara el mecanismo de la división y para que nuestros padres se pusieran nerviosos y buscaran otras alternativas. La alternativa fue una pequeña escuela de dos únicas aulas, privada pero gratuita (obra social para el barrio de una orden religiosa mendicante) que se encontraba al final o al comienzo, según se mirara, de mi propia calle. Era una escuela que, habiendo gozado de buena fama, pronto (en uno o dos cursos) entraría en franca decadencia. Puede que mi juicio sea injusto, pero tengo la sensación de que en esta escuela, aparte de recuperar la división (con el método de bofetada si te equivocas) en varios años no aprendí mucho más de lo que ya sabía. A cambio llegó un momento (sería por la edad) en el que adquirí conciencia (y cierta fama) de buen dibujante. Buen dibujante, en aquel contexto, quería decir: niño que (por método espontáneo) es capaz de copiar bien, o medianamente bien, cualquier otro dibujo propuesto como modelo (o por lo menos, es capaz de copiarlo mejor que los demás niños).