LAS TORRIJAS

Me sorprendo con la noticia de que en un concurso de torrijas el primer premio lo ha conseguido una con la forma de la catedral de Notre Dame. Que no, que una torrija no puede representar la forma de una catedral. Que una torrija debe tener forma de torrija, como una cuchara debe tener forma de cuchara o como un coche tiene que tener forma de coche o un avión forma de avión o una bicicleta forma de bicicleta. Que un objeto se coma y no esté destinado a ejercer una función mecánica (transportar alimento del plato a la boca o llevar viajeros de una a otra ciudad, por ejemplo) no nos faculta para darle formas extravagantes e innecesarias. La forma de la torrija vendrá dada por  la forma del pan que se utilice de base y por el tratamiento que se le aplique. Y su bondad será consecuencia de la perfección de su fórmula, lo oportunamente que se lleve a cabo y la calidad de los ingredientes, no por la forma estrafalaria que se le pueda dar al pan. Menos bromas, no inventemos demasiado en materia de torrijas. Para presentaciones estrambóticas ya tenemos bastante con el sufrido chocolate (tan callado el pobrecito) que con tanta resignación y paciencia lleva su martirio.